Tradición de matar judíos (era especialmente habitual en Asturias y Catalunya)

En Semana Santa es tiempo de silencio, recogimiento y devoción. El Jueves Santo, sin embargo, este silencio sepulcral se rompía por completo con una costumbre arraigada entre la población creyente, la de matar a judíos, cuyo objetivo era realizar el máximo ruido posible con carraos, matracas, serruchos...
La costumbre de matar a judíos ya no se practica, actualmente, debido a la fuerte carga de incorrección política que comporta. Y es que la tradición pretendía romper el silencio de la Semana Santa como una forma de vengar la muerte de Jesucristo, culpando simbólicamente al llamado 'pueblo deicida', el judío, el enemigo tradicional y secular de la cristiandad.

Desde las diez de la mañana del Jueves Santo hasta la misma hora del Sábado Santo no se podía trabajar, cantar, bailar, practicar deportes o hacer música, hasta el punto de que las mismas campanas de las iglesias todavía enmudecen en un absoluto silencio en recuerdo a la pasión y muerte de Jesucristo. La sabiduría popular explica que, durante este período, las campanas hacen ayuno.

Si bien en algunos lugares ya se empezaba a matar judíos el Domingo de Ramos, los momentos álgidos de la tradición tenían lugar el Jueves y el Viernes Santo -día en el que propiamente se conmemora la muerte en la cruz- durante el llamado oficio de tinieblas', que se celebraba en las maitines de los tres últimos días de Semana Santa. Acabado el salmo del Miserere, a oscuras, en la iglesia se producía un fuerte ruido, ya que los fieles picaban de pies y sobre los bancos con carraos, matracas y serruchos en recuerdo del terremoto que siguió la muerte de Cristo.

El otro punto álgido de la venganza por la muerte de Cristo tenía lugar, fuera de la iglesia, el Sábado de Gloria, antes de misa. Los fieles se servían de todo aquello que fuera susceptible de provocar mucho estruendo -desde cazuelas hasta cencerros- y hacerlo repicar muy fuerte por todas partes, o bien rompiendo ollas y botijos viejos con gran estruendo. Incluso los militares del castillo de Montjuïc disparaban salvas con cañones y morteros.

Después de misa, las campanas se recuperan de su afonía, anuncian la resurrección de Cristo y, por tanto, el inicio de la Pascua. Ha llegado el momento de decir adiós a la Vieja Cuaresma y de desear una buena Pascua a todo el mundo, celebrándolo con alegres cantadas de caramelles.

En otras culturas no cristianas, las matracas y otros instrumentos rudimentarios de madera se percuten rítmicamente con la intención de asustar a los malos espíritus. Así, la tradición cristiana habría adaptado esta creencia y habría puesto nombre a los malos espíritus, los judíos, a quienes culpaban de haber permitido la muerte de su rey en la cruz.

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