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Pienso muchas cosas de Makeine, pocas son buenas. Podría dedicar este blog a explicar cómo todo el núcleo de la serie es pornografía emocional victimista y cómo nos convertimos en sádicos al estilo película de Haneke al verla. Podría hablar de cómo las protagonistas únicamente tienen dimensión como personaje en tanto en cuanto sirve para justificar su papel en la historia como sacos de boxeo, y cómo en ningún momento muestran facetas independientes o propias. Podría hablar de toda la pila de fanservice completamente innecesario que las convierte en poco más que plantillas para hacer figuritas y las despoja de independencia. O podría dedicar el blog a hablar como Komari es una bendición al mundo y cómo la quiero con todo mi corazón. Best girl, 10/10, moegod, compraré todas sus figuritas. ... A ver. La serie es misógina, lo sabemos todos y no voy a haceros perder el tiempo explicando por qué. ¿Pero sabéis algo? ¡Que yo también lo soy! Me encantan las series que cosifican a las mujeres y las ponen en trajes monos. Ya no es sólo que tenga los veintitantos tomos de Nisekoi: es que me compré hasta el spin-off cuasi pornográfico de chicas mágicas. Mientras escribo estas palabras, una figurita de CC en traje de flamenca con medias altas me mira con desprecio. Claro que soy misógino: he sido criado viendo películas de John Wayne, soy un hombre socializado en la misoginia. Y si has entrado en este post porque te gusta Makeine, ¡probablemente tú también! Ahora que hemos reconocido nuestros pecados, dejemos de lado el elefante en la habitación y hablemos de lo que verdaderamente me molesta de Makeine: su protagonista. A ver, que nos dispersamos. Como el novio de Daniel Sancho: vamos por cachos. John Wayne. Si no lo conocéis y sí os sabéis la canción del Skibidi Toilet, siento anunciaros estáis condenados al fuego del infierno. Resumen: John Wayne es el tipo duro original. Es el vaquero que se hace respetar, el que entra en el bar y dejan de tocar, el bueno que se liga a la chica porque qué chica no se enamoraría de alguien así (sic). ¿Clint Eastwood? ¿Liam Neeson? ¿Daniel Kraig? ¿Keannu Reeves? Existen gracias al bueno de Wayne. Si ponéis una peli de vaqueros (o, desgraciadamente, una comedia bucólica sobre un exboxeador que vuelve a casa), seguro que ahí está John Wayne, ligándose a la rubia tonta que sólo sabe pensar en lo listo y atractivo que es. En otras palabras: era la fantasía autoinsertiva predilecta de los años cincuenta. Era un fantástico actor, por supuesto, pero la razón por la que le escribían como tipo infalible, guapo, alto y el que se llevaba a la chica... es porque el espectador promedio quería ser como él, quería ser un tipo duro al que nadie plantaba cara y del que se enamoraba la rubia tonta y obediente. Y así, los hombres salían del cine con sonrisa de oreja a oreja dispuesto a volver a casa y cruzarle la cara a la estúpida de su mujer por no haber preparado la cen... ... ... ah, sí, también. Era una fantasía fundamentalmente misógina. Ellos lo hacían todo y ellas eran costillas que limpiaban la casa, parían niños y sólo debían decir "sí, cariño, por detrás también te dejo" o guantazo. ¿Hemos avanzado socialmente? Si alguna vez has trabajado en la empresa privada, te habrás fijado que no mucho. Pero... eh... estoooo... ... Como Daniel Sancho: a ver cómo entierro todo esto. Volvamos al presente. ¿Cómo han cambiado los personajes masculinos y femeninos? Pues si nos centramos en el anime, vemos que bastante. Los personajes femeninos, por una vez, tienen personalidad. ¡A veces hasta motivaciones, mira tú! En la mayoría de las ocasiones siguen siendo sólo chicas guapas que lo que verdaderamente necesitan es un maromo que las ponga ese sitio, pero al menos el maromo ya no las patea colina a abajo (de verdad, no veáis la comedia bucólica sobre un exboxeador que vuelve a casa). ¿Pero cómo han cambiado los personajes masculinos? ¿Siguen siendo personajes atractivos pero sin ese hedor a anís y misoginia? Oh no, Oh dios mío, NO. POR FAVOR, QUE ALGUIEN PARE ESTO. Las fantasías de autoinserción masculinas han cambiado... de forma un poco rara. Pensadlo un segundo: hemos pasado de señores fuertes, valientes, respetados y exitosos a... gente completamente "meh". Quiero decir, ¿qué tienen de especial cualquiera de los ejemplos que he puesto arriba? ¿Por qué nadie preferiría ser "prota adolescente escolar patata" a "el puto 007"? Tenemos que alejarnos del árbol para ver el bosque. Sí, esta nueva hornada de protagonistas serán mucho menos interesantes o admirables que James Bond, pero su cometido en la historia sigue siendo el mismo. Siguen siendo los héroes, a los que les pasan las cosas, los que viven aventuras. Serán aburridos... pero siguen siendo los que llevan la batuta de sus historias. Y no es algo moderno: el protagonista de Star Wars no es el carismático Han Solo, es el sosaina de Luke. Esto se ve muy claramente en la estructura del romance. Sí, en lugar de John Wayne ahora tenemos a un adolescente tan interesante como ver la pintura secarse... pero es que la chica se sigue enamorando de él. Al final del día, tener a un tipo duro, a un tipo aburrido o un saco de patatas es indiferente porque el resultado es el mismo. Se ha cambiado el contenido, pero no el continente: chico se lleva chica. El problema reside en que este cambio de arquetipos cambia por completo la dinámica romántica. Entendería que una mujer se enamorase de un tipo como John Wayne (sic), pero no de un protagonista patata. Y eso rompe por completo el romance. Si hago este blog sobre el protagonista de Makeine es porque es el ejemplo más extremo que he visto nuca. No tiene nada que lo haga ni medianamente adulador para una mujer. Puedo aferrarme a un clavo ardiendo y decir que Hirotaka quizás encuentre el amor porque al menos es un tipo serio con un trabajo decente. Puedo esbozar que Hachiman tiene un carisma siniestro por el que una persona desesperada por ser querida podría sentirse atraída (esa es Yui). Puedo ponerme a dar volteretas mientras aseguro que al menos Ryuuji de Toradora es medianamente guapo. Dios: Kyon es una parodia de este tipo de personajes y hay teorías enteras que argumentan que Mikuru finge estar enamorada de él para manipularle de cara a la agencia de viajeros del tiempo (si no has entendido esta última frase pero sabes lo que es un rizz, San Pedro no será benevolente con los de tu especie) Pero os prometo que soy incapaz de imaginarme por qué ningún ser humano se sentiría ni remotamente atraído por el protagonista de Makeine. Es un estudiante mediocre, no es atlético, no tiene aficiones, sus conversaciones son aburridas y su cinismo le impide establecer conexiones. ¡Ni siquiera es lo suficientemente guapo como para que alguna mujer al menos abra conversación! En consecuencia, la serie tiene que inventarse toda clase de excusas a cada cual más estúpida para hacerle coincidir con las otras chicas. "Es que te debe dinero así que ahora coméis todos los días juntos", "es que el chico que le gusta va a tu club así que coincidís mucho", "es que ahora os cruzáis por la calle y, yo que sé, pasa como en El Ángel Exterminador, no podéis salir y os toca pasar el rato". Allá por el quinto o sexto episodio, una de las minas de su grupo se va a casa de sus abuelos para alejarse del colegio después de meter la pata. Y estaba viendo el episodio y pensé, "¡esta es la tuya, montón de estiércol! ¡Sólo debes seguirla en la escena más inimaginablemente cliché que una pueda imaginarse y al menos así podrás demostrar un mínimo de interés por otro ser humano! ¡Esta es la tuya!". Pero no: se pone con el móvil, cambio de escena y, ¡sorpresa!, la trama se inventa una excusa para obligar al protagonista a ir a verla en contra de su voluntad y de repente ella está interesada en él por arte de magia. Y no me lo trago: no entiendo por qué ninguna mujer se plantearía siquiera estar en una relación con un tipo tan pusilánime. Y si no me trago eso, y si no comprendo ese amor... no hay romance. Es una fantasía vacía. Dios, ¿por qué no podemos volver a esos tiempos donde los protagonistas eran machotes de verdad? Ahí podía entender los romances (sic). ... (esta es la parte del blog donde revelo que todo era una mentira, tal y como he ido avanzando con el uso del sic erat scriptum. Soy muy inteligente. A diferencia del montón de estier...) Si preguntáis a vuestros padres cuál es la mejor película de John Wayne, lo más probable es que os digan "El Hombre que Mató a Liberty Valance". Para el que no la conozca, la historia va de un tipo duro interpretado por John Wayne, enamorado de una mujer guapa, mientras un grupo de malhechores dirigidos por Liberty Valance acosan a un pobre y tímido abogado. Las leyes que rigen estas pelis son claras: Wayne planta cara al malo, Wayne mata al malo, Wayne se lleva a la chica. Porque es un machote. ...pero esto no es lo que ocurre. La chica... se va con el abogado. El tipo triste y pusilánime. El Hombre que Mató a Liberty Balance es una película maravillosa porque, entre muchas otras cosas, rompe con el arquetipo de "tipo duro". Wayne no es sino un macarra que se las da de héroe, pero en realidad es sólo un malnacido del que ninguna mujer podría enamorarse. Porque la realidad es esa: los tipos duros eran una fantasía masculina en una época masculina. Las mujeres no tenían ni voz ni voto, así que claro que se las iba a a ver en el cine enamorándose de completos capullos. Pero esa no era la realidad. El amor es una cosa compleja, muchas veces irracional, e imponer la lente masculina, la lente de "ese mola, ese se la debe ligar" sencillamente no va a funcionar. Sorprendentemente, muchas prefieren irse con el abogado. ¿Estoy defendiendo al prota de Makeine? ¿Estoy justificando que se enamoren de él pese a no tener ningún rasgo ni medianamente rescatable? Pero hombre, venga, coño, joder, macho, tú, tronco, bro, no me jodas. ¿Es que acaso no has estado prestando atención? ¿He de poner un vídeo del subway surfers al lado para mantenerte concentrado? Mirad, las tipas se enamoran porque sí del saco de estiércol en Makeine de la misma forma que se enamoraban del saco de estiércol con mentón en Río Bravo: porque, y volviendo al principio del texto, son fantasías misóginas en el que una imagen ideal del espectador promedio se puede resarcir de lo molón y guay que es. Punto. Ninguna mujer se enamoraría del imbécil de Makeine por el simple hecho de que, aunque cueste creerlo, las costillas son personas con intelecto capaces de tomar decisiones racionales. Y ninguna mujer en su sano juicio se iría con un tipo que las trata con tanto desdén. Hay que comportarse con afecto, respeto y siendo generoso. En estos tiempos que corren con tus Andrew Tates, tus Llados y con estadísticamente un veintipico por ciento de los lectores votando partidos abiertamente sexistas sé que puede sonar raro, pero muchas veces la clave del éxito en el amor es simplemente ser una persona decente. No te va a caer una mina del cielo ni por machote ni por cínico. Hay una realidad paralela en la que el tipo que mató a Shinzo Abe se fue a la sede del PLD en plan Wolfenstein y a la fuerza se instauró un régimen feminista en Japón. En ese universo, Makeine no tiene un protagonista como tal, sino que las tres heroínas sencillamente acaban juntas y encuentran consuelo las unas en las otras. Hablan de sus problemas, comparten sus vivencias y, juntas, poco a poco, sanan sus heridas. Esta es una historia mucho más interesante y única, y por desgracia lo que tenemos es... otro harem misógino. Otro más. ¿Estoy insinuando que hay que acabar con el PLD? No: de eso ya se está encargando el bueno de Fumio Kishida. ¿Me gustaría vivir en esta realidad feminista en la que las mujeres son tratadas con respeto en el arte? ... ¿¡Y QUEDARME SIN MI FIGURITA DE KOMARI? ¿¡ES QUE ACASO NO ME HABÉIS HECHO CASO!? #LinareyBlogs1 VOTOEDITADO EL 09-09-2024 / 22:12 (EDITADO 3 VECES)