La isla más aislada del mundo donde la última persona que se acercó murió a flechazos

En la remota Bahía de Bengala, parte del territorio de la Unión India en el archipiélago de Andamán y Nicobar, se encuentra Sentinel del Norte. 

Esta pequeña isla, aislada es el hogar de los sentineleses, una tribu indígena que ha vivido sin contacto con el mundo exterior durante miles de años.

A pesar de su cercanía geográfica con la civilización moderna, la isla ha permanecido prácticamente sin contacto y sin alteraciones por la influencia externa, preservando un modo de vida que ha desaparecido en la mayoría de las otras partes del mundo. 

Su ubicación remota ha sido clave en mantener su aislamiento, lo que ha permitido a los Sentineleses vivir de manera similar a como lo hacían sus antepasados hace miles de años.





A lo largo de los siglos, los Sentineleses han defendido su isla con determinación y hostilidad hacia los forasteros. Ha habido varios encuentros documentados en los que los que estos han reaccionado violentamente para proteger su territorio. 

Desde ataques a supervivientes de naufragios hasta la trágica muerte de intrusos que desembarcaron en la isla, su respuesta ha sido consistentemente clara: rechazo absoluto al contacto con el mundo exterior.

En noviembre de 2018, la Isla Sentinel del Norte volvió a ser noticia tras la muerte de John Chau, un misionero estadounidense. 

Chau, determinado en su misión de compartir su fe cristiana con los Sentineleses, desoyó las advertencias y restricciones legales impuestas por el gobierno de la India, que prohíbe cualquier contacto con la tribu para proteger tanto a los isleños como a los forasteros. 




John Chau caminando por la playa en Port Blair. / National Geographic





A pesar de los riesgos conocidos y de los intentos fallidos previos de otros por contactar con la tribu, este misionero se aventuró a la isla. 

Su primer intento resultó en una confrontación hostil, pero Chau persistió y volvió a la zona, donde finalmente fue asesinado por los Sentineleses. 

Entonces, su muerte desencadenó un debate internacional sobre la política de no interferencia y los derechos de las tribus no contactadas.

El gobierno de la India ha jugado un papel crucial en la preservación de la singularidad de la Isla Sentinel del Norte. 

En 1956, se promulgó la Ley de Protección de las Tribus Aborígenes de Andamán y Nicobar, que prohíbe a cualquier persona acercarse a menos de cinco millas náuticas de la isla. 

Esta legislación no solo protege a los Sentineleses de posibles enfermedades y de la influencia cultural externa, sino que también protege a los visitantes de posibles ataques.

El área está estrictamente monitoreada por la Marina India, asegurando que se respeten las restricciones impuestas y manteniendo así la integridad cultural y física de los habitantes de la isla.

En cuanto a su población, las estimaciones varían ampliamente, y aunque se intentó realizar un censo en 2011, las cifras son inciertas, oscilando entre 15 y 500 habitantes; quienes viven en chozas y se sustentan de lo que la tierra y el mar les ofrece, adoptando un estilo de vida de cazadores-recolectores.

Dado las restricciones impuestas por el gobierno, la investigación sobre la isla y sus habitantes se ha limitado a observaciones aéreas y a través de telescopios. 

Los intentos de contacto han sido esporádicos y cautelosos, principalmente por parte de antropólogos que han dejado regalos como cocos, que no se encuentran en la isla, y otros artículos en un esfuerzo por establecer una comunicación pacífica. 

Sin embargo, estas tentativas han tenido resultados mixtos, con algunos encuentros inicialmente pacíficos que eventualmente se volvieron hostiles, lo que llevó a la suspensión de estos esfuerzos.