Sigmund Rascher, el sádico doctor nazi

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[size=16][color=#642EFE][b][i]Como no vivimos en aquella época quizás no somos concientes de lo que hizo esa Alemania nazi por aquel entonces, los nombres que conocemos tal vez sean pocos, pero hay muchos que pasaron de manera desapercibida y lo que llegaron hacer fue mucho más atroz de quienes sabemos.

En este caso veremos la historia del doctor de la SS Sigmund Rascher en donde sus experimentos que fueron crudamente descabellados "jugó" con la vida de cientas de personas sin ningún tipo de remordimiento. Conozcámoslo a continuación.[/i][/b][/color][/size][/center]

[size=17][color=#886A08][b][i]Sigmund Rascher[/i][/b][/color][/size] nació en Munich, Baviera, el 12 de febrero de 1909, y, siguiendo los pasos de su padre, [color=darkred][b]Hans-August Rascher[/b][/color], se convirtió en médico. En 1933, cuando contaba a los 24 años, se afilió al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), transformándose en un fanático de la ideología nazi.

Convertido en 1939 en médico de la Luftwaffe (la Fuerza Aérea de Alemania), Rascher ascendió a las altas esferas nazis gracias a los contactos de su esposa, la cantante retirada [color=darkred][b]Karoline Diehl[/b][/color], quien había sido amante del todopoderoso jerarca nazi [color=darkred][b]Heinrich Himmler[/b][/color], el jefe de las SS.

El autor [color=darkred][b]Manuel Moros Peña[/b][/color] en su obra “Los médicos de Hitler” relata que el fanatismo de Sigmund Rascher [i]“era tal que ese mismo año (1939) denunció a la Gestapo a su propio padre…Su ascenso a la cima terminó a los 30 años, cuando se casó con Nini (Karoline Diehl), una antigua amante de Heinrich Himmler, quien a partir de entonces empezó a colmar de presentes y de atenciones a la pareja”[/i].

Para congraciarse con Heinrich Himmler, el doctor Sigmund Rascher le propuso la realización de sendos experimentos para [color=darkblue][b]medir la resistencia humana ante situaciones extremas[/b][/color]. El primero de estos experimentos tenía que ver con los pilotos de la Luftwaffe y su capacidad para soportar la presión de la cabina de la aeronave cuando se elevaban a grandes alturas y la falta de oxígeno que sufrían en caso de ser derribados.

[i]“Lamentablemente [b]no se han podido hacer experiencias sobre material humano, porque estas experiencias eran muy peligrosas[/b] y nadie se prestaba a ellas voluntariamente. Por eso me he decidido a plantearle una cuestión de capital importancia: ¿Puede usted poner a nuestra disposición dos o tres criminales profesionales con fines experimentales? Estas experiencias, en el curso de las cuales los sujetos de las mismas pueden morir, se harían, por supuesto, con mi activa participación”[/i], escribió Rascher en una carta dirigida a Heinrich Himmler. El líder de las SS aceptó de buena gana la propuesta de su amigo, respondiéndole que [color=red][b][i]“los presidiarios serán puestos a su disposición gustosamente para los experimentos”[/i][/b][/color].

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De ese modo, a principios de 1942 se iniciarían los ensayos médicos en el campo de concentración de Dachau bajo el mando del doctor Sigmund Rascher y la supervisión de cuatro oficiales de las SS. Para el primero de los experimentos, el facultativo utilizó una especie de [color=purple][b]cámara de despresurización[/b][/color] de forma esférica que emulaba las condiciones atmosféricas que sufrían los pilotos germanos cuando alcanzaban los 20.000 metros de altura. A los presos que llegaban al laboratorio habilitado en Dachau, y que debían tener las mismas características físicas que un aviador de la Luftwaffe, se les decía que se les concedería la libertad si colaboraban, [color=green][b]haciéndoles hincapié en que no sufrirían daño alguno, lo que por cierto era una gran mentira[/b][/color].

Rascher y sus colaboradores primero metían a estos ‘conejillos de indias’ dentro de la cámara de descompresión y los dotaban de unas máscaras de protección para que pudiesen respirar con normalidad. Pasados unos minutos, se extraía el oxígeno de la cámara para emular las condiciones de los pilotos de la Luftwaffe cuando, por ejemplo, caían en picado a una gran altura. Entonces, les hacían una señal a los prisioneros para que se quitaran la máscara. En ese momento, [color=blue][b]éstos comenzaban a padecer toda clase de convulsiones y agónicas asfixias debido a la falta de oxígeno[/b][/color].

[i]“He observado personalmente como a un prisionero encerrado […] le estallaban los pulmones. Cierta clase de ensayos han producido tal presión en las cabezas de estos hombres que se volvían locos y se arrancaban los cabellos en un esfuerzo desesperado por mitigar aquella cruel sensación”[/i], escribió Rascher en un informe posterior. La mayoría de los confinados que participaron en estos crueles experimentos, como era previsible, [b]terminaron muriendo[/b].

El segundo de los experimentos concebidos por el doctor Sigmund Rascher, con los cuales contaría con la colaboración del infame doctor [color=darkred][b]Josef Mengele[/b][/color] (quien se haría conocido en el campo de concentración de Auschwitz como el [url=https://www.foro3djuegos.com/nicomunidad-foros/tema/37475731/0/el-escape-y-destino-de-el-angel-de-la-muerte-nazi-josef-mengele/]“ángel de la muerte”[/url]) tenía que ver con evaluar el proceso de congelación de un cuerpo, en los casos de los pilotos de la Luftwaffe cuyos aviones habían sido derribados y sufrían hipotermia cuando caían al agua. Lo que Rascher buscaba era encontrar un método efectivo para que los pilotos no fallecieran de frío después de ser derribados sobre el océano.

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En agosto de 1942, el doctor Rascher comenzaría a realizar sus experimento usando un tanque de agua con hielo, que tenía una temperatura de entre 2 y 12 grados, en el cual [color=purple][b]sumergiría a unos 300 presos del campo de concentración de Dachau, 100 de los cuales morirían[/b][/color].

El autor Manuel Moros Peña señala que [i]“algunos presos fueron metidos en el tanque con los trajes protectores y los chalecos de la Luftwaffe, pero otros fueron dejados en el agua helada desnudos…[b]Allí eran abandonados una hora[/b], tiempo tras el cual perdían el sentido debido a la hipotermia. Algunos debían soportar el trauma de ser sedados, un método mediante el que sus músculos se relajaban”[/i].

Durante estos experimentos, el doctor Rascher anotó las siguientes impresiones: [i]“Hasta la fecha, [b]he enfriado a unas 30 personas dejándolas desnudas al aire libre entre 9 y 14 horas[/b], hasta llegar a una temperatura corporal de entre 27 y 29 grados. Después de un tiempo, correspondiente a un viaje de una hora, he dado a estos sujetos un baño caliente. Hasta ahora, todos los pacientes se han calentado por completo en una hora como máximo, aunque algunos de ellos tenían las manos y los pies blancos y congelados”[/i].

En un principio, el doctor [color=red][b]Sigmund Rascher combatía la hipotermia de sus conejillos de indias inyectándoles agua hirviendo en el estómago[/b][/color], sumergiendo sus cuerpos en agua caliente, introduciéndolos en sacos de dormir previamente calentados, tapándolos con mantas o haciéndolos ingerir alcohol y fármacos, pero finalmente ensayaría un curioso método de reanimación denominado “calor animal” y que [b]consistía en revivir al hipotérmico mediante determinadas prácticas sexuales[/b]. Para ello, Himmler mandó enviar prisioneras del campo de concentración de Ravensbrück al de Dachau para que hicieran de colaboradoras sexuales. Su función consistía simplemente en calentar, mediante el sexo, a los presos a punto de morir congelados.

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El autor Manuel Moros Peña, en su libro “Los médicos de Hitler”, relata que el método de reanimación por calor animal se revelaría como totalmente ineficaz, pero el doctor [color=darkgreen][b]Sigmund Rascher siguió intentando que funcionara sólo para complacer a Himmler[/b][/color], que había desarrollado una total obsesión con el tema. [i]“Rascher instaló un espacioso lecho en su laboratorio, donde colocaba a los prisioneros congelados entre dos de las cuatro prisioneras traídas para tal propósito desde el campo de Ravensbrück. Completamente desnudas, [b]las mujeres debían apretarse a él lo más posible y tratar de provocar el coito[/b]”[/i].

Moros agrega que los experimentos interesaron tanto a Himmler, que él mismo se desplazó hasta el campo de concentración de Dachau para verlos en vivo y en directo. [i]“El cabecilla de los voyeurs no era otro que el mismísimo Reichführer de las SS. Aquel reprimido sexual sentía una ‘gran curiosidad’ por los ensayos, y se aseguró de no perdérselos. Una de sus visitas más sonadas sucedió el 13 de noviembre de 1942, cuando vio con sus propios ojos como [b]dos mujeres eran obligadas a mantener relaciones sexuales con un hombre que había sido arrojado a un tanque de agua helada[/b]. A pesar de las pruebas, no se logró verificar la teoría, aunque Rascher terminó considerándola como una forma alternativa de salvar a los pilotos cuando el resto fallaran. Simplemente, por dar la razón a Himmler”[/i].

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Según anotaría Rascher en uno de sus informes, estos [i]“sujetos de estudio morían invariablemente, pese a los intentos de reanimación…Y las muertes solo ocurrían cuando el tronco cerebral y la parte posterior de la cabeza también se enfriaban. Las autopsias de estos casos letales siempre mostraban grandes cantidades de sangre libre, hasta medio litro, en la cavidad craneal”[/i].

Los experimentos médicos del doctor Sigmund Rascher, que le abrirían de par en par las puertas de la carrera académica (en 1944 ya enseñaba medicina en la Universidad de Estrasburgo) [color=purple][b]continuarían hasta pocos días antes de la liberación del campo de concentración de Dachau[/b][/color], en abril de 1945, cuando su brillante carrera en las SS terminaría dramáticamente debido a la revelación de un oscuro secreto familiar.

Para demostrar la superioridad de la raza aria y para agradar aún más a su jefe Heinrich Himmler, Sigmund Rascher había decidido formar un ejemplo de “familia aria”. El problema fue que su mujer, Karoline Diehl, era 15 años mayor que él y debido a su edad madura no podía concebir esos ansiados hijos. La solución a este problema fue pedir “prestados” los hijos de su criada y el carpintero [color=darkred][b]Fritz Meyerhold[/b][/color], haciéndoles creer al mundo que eran propios. Esto provocó que [color=darkgreen][b]Karoline fuera reconocida por la prensa alemana del momento como la “madre ejemplar alemana”[/b][/color].

Sin embargo, cuando Karoline fue sorprendida y detenida tratando de secuestrar a un niño, se destapó toda la verdad y se comprobó que los tres vástagos del matrimonio Rascher-Diehl no eran suyos. El engaño dejó tan desilusionado y dolido al Reichführer Heinrich Himmler, el gran amigo del matrimonio, que éste los mandó ejecutar en el campo de concentración de Dachau. [color=red][b]Karoline Diehl moriría en la horca, mientras que el médico Sigmund Rascher fue ejecutado el 26 de abril por un pelotón de fusilamiento[/b][/color].

[url=https://www.guioteca.com/mitos-y-enigmas/sigmund-rascher-el-sadico-doctor-nazi-que-realizo-descabellados-experimentos-para-las-ss/]Fuente[/url]

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