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Por Mordred7516
Hace 2 años / Respuestas: 0 / Lecturas: 62

Yukio Mishima, el samurái de tinta

Yukio Mishima, el samurái de tinta


Mishima da su discurso en un cuartel de Tokio, tomado con otros cinco seguidores, poco antes de suicidarse en su interior, 25 de noviembre de 1970 

"Es porque los seres humanos siempre piensan en vivir por algún tipo de ideal, y rápidamente se aburren de vivir solos" [b]Murió joven, por su propia mano y por una causa perdida[/b]. A su entender, [b]como un héroe. Desde luego, lo fue de las letras[/b]. El escritor Kawabata Yasunari comentó en vida suya: “No comprendo cómo me han dado a mí el premio Nobel [de 1968] existiendo Mishima. [b]Un genio literario como el suyo lo produce la humanidad solo cada dos o tres siglos. Tiene un don casi milagroso para las palabras”.[/b] Sin embargo, [b]también fue un hombre de ideas peligrosas. Tanto que le costaron la vida.[/b] En 1970, cuando Japón ya era la moderna potencia actual, Mishima Yukio (en japonés, el apellido va en primer lugar) [color=#B40404][b]se suicidó mediante seppuku, el mal llamado haraquiri.[/color] Lo hizo en público y tras protagonizar un cuartelazo fallido con otros miembros de [color=#04B404]la Sociedad del Escudo[/color], una milicia de extrema derecha que había fundado[/b]. [url=https://es.wikipedia.org/wiki/Tatenokai]Tatenokai o Sociedad del Escudo[/url] [color=#610B0B][b]Ese gesto fue la última escena de una existencia marcada por contradicciones sangrantes, reflejo de un país desgarrado tras la Segunda Guerra Mundial entre tradiciones ancestrales y una occidentalización forzosa, entre un orgullo imperial y una humillante derrota.[/b][/color] [b]Hiraoka Kimitake, el futuro Mishima[/b] (se rebautizaría como tal en la adolescencia), había nacido 45 años antes. Primogénito del secretario de Pesca nipón, [b][u]descendía por línea paterna del clan guerrero [url=https://es.wikipedia.org/wiki/Shogunato_Tokugawa]Tokugawa[/url], que había regido Japón durante casi tres siglos, de 1600 a 1868[/u]. [color=#0431B4]El pequeño fue criado por la matriarca de esta familia noble.[/b][/color] Figura de Togugawa Leyasu. El mayor estadista japonés. [color=#8A0808][b]Tan refinada como agresiva, víctima de brotes psicóticos, su abuela Natsuko le enseñó a reprimir las emociones, a ser disciplinado y a sentir una nostalgia ya en ese entonces obsoleta por el pasado samurái.[/color] También le impedía jugar con otros niños varones, hacer deporte o salir al sol. [color=#8A0808]Así empezaron a fundirse y confundirse en Mishima los conceptos del honor y la muerte,[/color] [color=#6A0888]además de gestarse en él la inclinación homosexual.[/b][/color] Mishima a los 19 años, junto a su hermana. [b]No recibió un afecto más equilibrado al regresar a casa de sus padres[/b], con doce años. Aunque su madre leía cada noche con orgullo los relatos que comenzó a escribir en esa época, [b]su padre, simpatizante del nazismo[/b], rompía los manuscritos cada vez que se los encontraba. [b]Quería para su hijo un destino parecido al suyo, no literario[/b]. De ahí que lo enviara a formarse a centros de la élite imperial como la Escuela Superior Gakushuin, donde estudiaba el príncipe heredero Akihito, o la Universidad de Tokio, [b]en la que el joven se graduó como abogado[/b]. [b]Mishima[/b], sin embargo, no tardó en abandonar este camino impuesto. [color=#08088A][b]Continuó escribiendo –a escondidas, de la medianoche al amanecer[/b][/color] (costumbre que mantuvo toda la vida)– y dejó un puesto en el Ministerio de Finanzas que su padre le había conseguido. Acertó en su empeño. [b]El primer libro que publicó, aún adolescente, agotó la edición en unos días[/b]. Al poco tiempo,[b] con 24 años, pudo liberarse de la rigidez familiar al dar a luz su segunda novela. [color=#8904B1]Confesiones de una máscara[/color], un auténtico best seller, le permitió dedicarse en exclusiva a las letras[/b]. En adelante, siempre exitoso, [b]produciría casi un centenar de volúmenes, entre narrativa larga y breve, ensayos y teatro nÅ y kabuki.[/b] Su obra no solo sedujo a sus compatriotas. [color=#FF8000][b]Occidente también cayó rendido ante su prosa austera, que hablaba, con ecos autobiográficos y una intensa contención,[/color] de [color=#7401DF]temas tabú como la homosexualidad,[/color] [color=#8A0808]la atracción por la muerte, la añoranza de un Japón guerrero o la humillación del mercantilismo posbélico.[/b][/color] [color=#088A08][b]Mishima vestido de samurái en un encuentro de Tatenokai, Sociedad del Escudo, la milicia creada por él[/b][/color] [b]Sus ideas, muchas violentas, lo privaron del Nobel, para el que fue propuesto hasta tres veces pese a su juventud. [u]El mundo lo admiraba, pero no lo comprendía, y viceversa. Entonces pasó a la acción.[/u][/b] Sumó el cine a sus medios de expresión para aumentar la audiencia de sus convicciones militaristas.[b] Se casó por ser lo que correspondía, pensaba, a su edad, [color=#7401DF]aunque tuviera aventuras con hombres.[/color] [color=#04B404]También se alistó en el Ejército,[/color] formó un escuadrón ultranacionalista y ejecutó un golpe a todas luces inútil.[/b] El último acto de esta dignificación personal –al menos, así lo veía él– fue igual de extremo, pero menos grato. [color=#610B0B][b]Se mató a lo samurái. Fue su mensaje póstumo a la tierra amada, escrito con su propia sangre. Una señal inequívoca de una profunda crisis de identidad.[/b][/color] [color=#610B0B][b]Yukio Mishima vivió y murió como un personaje de una de sus turbulentas obras[/b][/color]. Esta semana y, cuando se cumplen 50 años de su fallecimiento, [b]Japón todavía trata de asimilar el legado de uno de sus autores más influyentes e incómodos.[/b] [color=#B40404][b]Mishima se quitó la vida por «harakiri»[/color] el 25 de noviembre de 1970, tras tomar como rehén al capitán del cuartel general de las Fuerzas de Autodefensa (Ejército nipón) en Tokio y fracasar su intento de inspirar un golpe de Estado.[/b] [b]La truculenta muerte de la mayor celebridad cultural nipona de su época sobrecogió al país, y eso que el propio escritor la había vaticinado: durante años representó repetidamente su suicidio según el ritual de los samuráis a través de sus novelas, obras de teatro o filmes.[/b] [color=#0174DF][b]«Era muy joven y no entendí la razón por qué lo hizo. Fue un choque para mí», dice a Efe una tokiota de 70 años que quiso permanecer en el anonimato durante su visita este jueves la tumba de Mishima en el cementerio de Tama de la capital, adonde suele desplazarse una vez a la semana.[/b][/color] [color=#0489B1][b]«El japonés en el que escribe Mishima es muy bello. Lo primero que me sorprendió de sus obras es su lenguaje tan bonito, así fue como empecé a meterme de lleno en sus libros», dice un joven de 18 años que se identificó como Ohgota, y quien también peregrinó hoy a la tumba del autor desde Kanagawa (sudoeste de Tokio).[/b][/color] [b]Un legado indigesto[/b] [b]Medio siglo después de su muerte, [size=27]en Japón no hay ningún acto oficial en recuerdo a su figura, y son pocas las personalidades del mundo de la política y de la cultura que se atreven a ensalzarla pese a tratarse de uno los autores japoneses más conocidos del siglo XX.[/b][/size] [b]El dramático final que puso a su vida, unido a sus ideas políticas y un sinfín de excentricidades[/b], han eclipsado desde entonces a su obra, más traducida a otros idiomas que la de sus contemporáneos y ganadores del Nobel Yasunari Kawabata y Kenzaburo Oe. [color=#04B404][b]Durante su discurso ante un millar de militares[/color] aquel día fatídico, [color=#DF7401]Mishima llamó a restaurar la grandeza perdida del Japón Imperial y a abolir el artículo pacifista de la Constitución, el mismo que el partido gobernante reinterpetó en 2014 con una polémica iniciativa.[/b][/color] [color=#088A08][b]Su arenga a las tropas no funcionó[/color], [color=#DF7401]pero por su ferviente nacionalismo Mishima es aún venerado por organizaciones niponas ultraconservadoras, entre ellas una que organizó este jueves en Tokio una ceremonia sintoísta en su memoria[/b].[/color] [b]Vehemente en vida y obra[/b] El escritor, cuyo [b]nombre real era Kimitake Hiraoka, nació en 1925 en el barrio tokiota de Yotsuya en una familia acomodada, y durante su fulgurante carrera ganó los más prestigiosos galardones nipones y estuvo entre los nominados al Nobel de Literatura en varias ocasiones.[/b] [b]Con solo 16 años publicó su primer relato en una revista literaria, y ya como veinteañero logró el reconocimiento con su novela [color=#7401DF]«Confesiones de una máscara», donde exploraba los tabúes de la homosexualidad y las falsas apariencias en plena crisis de la identidad nacional nipona tras la II Guerra Mundial.[/b][/color] [b]Entró en la treintena siendo toda una estrella literaria después de publicar «El pabellón de oro», pero tras la tibia acogida de «La casa de Yoko», Mishima decidió probar suerte [color=#DF7401][u]como actor, cantante o modelo, y se entregó a la práctica del culturismo, el kendo (arte marcial de la espada) y el kárate, facetas que impulsaron su proyección mediática.[/u][/b][/color] [b]A los 45 años, y horas antes de que intentar movilizar a las [color=#0B610B]tropas niponas[/color], selló el último manuscrito de su obra más extensa y ambiciosa, [color=#08088A]la tetralogía «El mar de la fertilidad»,[/color] en la [color=#DF7401]que recorre la convulsa historia del Japón del siglo XX.[/b][/color] [b]Como escritor dejó 34 novelas, medio centenar de piezas teatrales de géneros que van desde el kabuki y el noh hasta el contemporáneo, 25 libros de historias cortas, 35 ensayos y una película.[/b] [color=#FF8000][b]Tan apasionado por la antigüedad clásica como por los samuráis, su añoranza por el viejo Japón le hacía tachar a sus compatriotas de posguerra de materialistas, «blandos» y occidentalizados.[/b][/color] [b]Curiosamente Mishima fascinó a Occidente sobre todo durante las primeras décadas tras su [color=#B40404]muerte[/color], cuando en su país era un [color=#380B61][u]autor «maldito» tachado de enajenado, romántico o nihilista[/u][/color], aunque hoy sean pocos los nipones que dudan de su genio literario.[/b] [b]La vida y la obra de Mishima fueron ante todo producto del Japón de su época, un país a caballo entre tradición y modernidad, y entre [color=#FF8000]su espíritu guerrero[/color] y [color=#01DFD7]el pacifismo.[/color] Quizás por eso su figura sea tan difícil de desentrañar para su propia patria.[/b] [size=22][b]MEJORES LIBROS[/b][/size] [b]El sol y el acero[/b]. Calificado por el propio Yukio Mishima como un híbrido entre la confesión y la crítica, El sol y el acero es, además de uno de los textos más controvertidos del autor japonés, el más abrupto. En cien páginas coronadas por un epílogo y el poema final Ícaro y terminado tres años antes de suicidarse según la tradición samurái, Mishima disecciona los tres vértices de su pirámide cosmológica: el sol en su cuerpo y el acero templando su espíritu, pero también materializado en el filo de su sable. Un ensayo tan excesivo, turbador y armónico como revelador, pero no apto para paladares literarios sensibles. Demoledor. [b]Confesiones de una máscara[/b]. De esencia autobiográfica, el autor japonés describe el despertar y la identidad sexual de Koo-chan, un joven homosexual que vive atormentado por el matiz de su diferencia y por su turbadora sensibilidad, y cómo decide modelarse las aristas de su propia silueta para poder engarzarla sobre el tamiz del mundo arcaico, tradicional y opresivo que le rodea, donde siente que no tiene cabida. Es así como convierte su vida en una mascarada, donde sepulta su pasión por un muchacho bajo la relación con una joven a la que no desea, lo que le irá incapacitando para amar mientras aflora una fascinación por la belleza jalonada de sangre, de violencia y de muerte. Un clásico de la narrativa nipona moderna escrito con deslumbrante perspicacia y emotividad, donde el culto a la palabra y a la estética son marca de la casa Mishima. [b]Una vida en venta.[/b] Un alma deseosa de lo más auténtico como fue Yukio Mishima siempre acaba chocando con la farsa de las convenciones, con la fugacidad del tiempo, con la sensación perentoria de la felicidad. En esta novela Una vida en venta, el autor presenta a un alter ego en lo esencial. Hanio Yamada, el publicista y protagonista de la historia quizás no tenga mucho que ver aparentemente con el autor. Y sin embargo su vitalismo desorientado, su nihilismo como deriva existencial ante la frustración emanan de la misma alma atormentada de Yukio Mishima. La cuestión es que Hanio Yamada dispone de una vida todavia joven, de un tiempo malgastado que tal vez pueda ser sujeto de intercambio comercial. En un arrebato de idea derrotista, Hanio decide poner su vida en venta. Y nada mejor que la sección de clasificados de un periódico en el que otros venden su cuerpo, recuerdos de su pasado o anuncia un alienante puesto de trabajo. [b]El rumor del oleaje[/b] ¿Quién mejor para construir una gran historia de amor con la vitola más auténtica de lo romántico? Mishima fue ese escritor que volcó con profusión en su narrativasus más hondas impresiones, aquellas que lo guiaron a su drástico final concibiendo la vida como algo secundario a la esencia de lo ideal. Y claro, para ideal el amor como sustento en una historia de dos jóvenes enfrascados en ese amorío que lo despierta todo, desde la infancia hasta la madurez. El escenario complementa perfectamente ese trasfondo de rabiosa humanidad hacia el descubrimiento de lo verdaderamente importante para Mishima, las pasiones capaces de moverlo todo, de cambiarlo todo. Porque la pequeña isla, insignificantemente transmutada en la existencia pequeña de sus habitantes, cobra ese brillo fascinante del paraiso gracias a los dos jóvenes entregados al amor. Y es entonces cuando la isla conquistada por la rutina y el gris cotidiano vuelve a presentar sus aromas y colores como si estuviera suspendida sobre un mar con promesas de eternidad para la humanidad, con cantos de sirena que aún siendo meras alucinaciones, hacen del espacio subjetivo entre los amantes, un nuevo universo de vida y color. [b]El marino que perdió la gracia del mar.[/b] Pasearse entre las páginas del nipón Yukio Mishima es lo más parecido a bucear por entre los restos de un buque hundido, ante los que la imaginación reacciona reconstruyendo el artefacto flotante en todo su esplendor. Y en El marino que perdió la gracia del mar, esa habilidad alcanza una de sus más altas cimas, con la historia de un muchacho que trata de hacerse un hueco entre los escombros de un Japón que la Segunda Guerra Mundial devastó espiritual, social y económicamente. Inquietante [b]La escuela de la carne.[/b] La escuela de la carne saldó en su día una deuda con el universo literario de Yukio Mishima. En ella, y proyectadas sobre el convulso Tokio de los años 70 en el que las viejas tradiciones se tambalean ante el aperturismo a Occidente, descubrimos las siluetas de tres amigas que nos revelan carencias y avances de la mujer nipona en el siglo XX, mientras que una de ellas, Taeko, renuncia sin querer a su vida de divorciada independiente al caer rendida ante Senkitchi, un joven ambicioso entre angelical y perverso que desencadena una pasión voraz. Una delicia bibliófila con la factura de un maestro. [b]La ética del samurái en el Japón moderno[/b] Relato de una traición ignorada y de una idealización frustrada, "El marino que perdió la gracia del mar" (1963) es una inmejorable forma de introducirse en el singular universo creativo de Yukio Mishima (1925-1970). En esta breve novela, y a través de su protagonista, Noboru, el autor retrata el abismo insalvable que se abre como una herida entre el desesperado intento de un clan de adolescentes de hallar su ubicación en el mundo mediante un código de conducta fuera de uso, y una sociedad ya irremediablemente convulsionada y despojada de su armonía tras la traumática derrota en la Segunda Guerra Mundial.. [b]El Pabellón de Oro[/b] Mizoguchi es un joven poco agraciado, lo que le ha convertido en solitario, taciturno y acomplejado: el mal y lo trágico invaden sus pensamientos. Su única fascinación es el pabellón de oro de Kioto del que su padre, monje budista, le ha hablado que es la encarnación de la suprema belleza. [b]La Casa de Kyoto[/b] El libro cuenta las historias Cruz de cuatro jóvenes, que representan metafóricamente los diferentes aspectos de la personalidad del autor: su mano, más atlético parece un boxeador, las artes, un pintor, el más narcisista, como actor, y, por último, el nihilista como un exitoso hombre de negocios que parece tomar un desprecio absoluto por todo práctico mundano. El boxeador llega a lidiar con cuestiones políticas y se convierte en un exponente de la extrema derecha; el actor se involucra cada vez más en relaciones sexuales sadomasoquistas y termina su existencia con un doble suicidio, el de él y su amante. [b]Sed de Amor[/b] Novela urdida en torno a la pasión y la destrucción, "Sed de amor" (1950) narra la historia de Etsuko, quien, viuda, ha de trasladarse a la finca de su suegro Yakichi, ante cuya autoridad natural como cabeza de familia se plegará para acabar manteniendo una relación sexual dominada por la sumisión, aunque es de Saburo, un joven e ingenuo sirviente, de quien se enamora perdidamente [center][b][size=27]El Mar de la Fertilidad: Tetralogía[/size][/b][/center]
Mishima, una vida en cuatro capíttulos. Tráiler.
Yukio mishima
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